domingo, 10 de marzo de 2013

DETRÁS DE TANTOS SOLES...DE TANTAS LUNAS...



UN RECUERDO:



Como decían antes,yo me crié en la calle  Luna y sol, un nombre que le había prestado el dintel de La casa del Alquimista que está en el callejón sin salida y no podía haber en Úbeda una calle con un nombre más bonito y más poético .

En aquel momento y en aquella calle tuvimos de todo (hasta toda la vida por delante), un mal pavimento al principio, que le sirvió a mi hermano y a sus amigos para hacer sin dificultades los hoyos para las canicas o para clavar la lima; también jugábamos nosotras pero con peor suerte.

Después la arreglaron alisando una superficie más acogedora para el tejo,la comba, la goma, las cuatro esquinas o el escondite que hacía que nos desperdigásemos por todas las callejuelas buscando un escondrijo que fuera seguro mientras que el que buscaba se volvía loc@. 
Recuerdo que por entonces yo cabía en los pequeños ventanucos que hay en La casa de las Torres ¡increíble pero cierto! o podía pasar entre dos barrotes de la baranda que arranca de San Lorenzo y ,contemplando un paisaje de ensueño, va a parar a los jardines de La Cava.

Teníamos de todo, miles de juegos y hasta la posibilidad de dar volteretas en un andamio; el pan con aceite para la merienda aderezado con azúcar o Cola Cao que entonces servían en latas que se atrincheraban en casa para siempre y una vez acabado, perdían su "dulce" nombre y se reciclaban para ser latas de botones, cartas, fotos...
Me acuerdo también del chocolate de La Virgen de la Cabeza que se deshacía terroso en la boca e hizo que el de"El Gorriaga" fuera un estupendo descubrimiento ;del  duro para ir a los carrillos de la plaza y perderte imaginando qué querías comprar entre la multitud de posibilidades,entonces con una gorda se hacían ¡milagros!.


También teníamos una maestra en nuestra calle con una palmeta en paro, porque entonces en las escuelas era un elemento imprescindible; se llamaba y se llama Lili y la escuela estaba en su misma casa.
Atravesábamos todo el pasillo de la planta baja y un patio muy bonito lleno de plantas que fue nuestra aula durante los meses del verano;pasábamos  al lado del tenebroso y temido "cuarto de las ratas"(al que no tuve la suerte de conocer personalmente , pero me lo imaginé y fue peor...) y subíamos una escalera hasta la clase que tenía dos salas que se llenaban de niñ@s durante los meses del verano pero que en invierno sólo acogían a los más pequeñ@s que todavía no iban a la escuela de E.G.B. 
Habíamos llevado cada un@ religiosamente  nuestra sillita de anea,
la primera/o que llegaba podía recolocarlas en filas bien alineadas para que cupieran nuestras piernecillas; más de una vez tuve ese gran honor porque "hice por dónde" yendo más temprano...

Y éste era nuestro Preescolar o Educación Infantil de la época de cuando las moscas freían patatas para que nos mantuviésemos callad@s y puedo asegurar que alguna vez las oí.

Aprendimos los puntos cardinales,a hacer cuentas en los cuadernillos Rubio o en pizarrines, a escuchar historias , a leer , escribir, a soñar y también que existían las Vascongadas que a mí  me sonaron a chino.
Mi primera maestra... mi mujer perfecta, preciosa y adorable que nos enseñó todo lo que había que saber siendo tan bajit@s; por entonces yo quería ser como ella y tener tacones y una mesa con cajón.
Mi inolvidable madre me agenció sólo los tacones, que tampoco estuvo mal y se aseguró de que Lili se comprometiera a pasarme la mesa cuando comprase otra ...

Los primeros amig@s  Puri, Loli, Tomás, Antonio, Mª Luz que tenía una madre (Paquita) que nos contaba historias interminables y maravillosas sentadas en el escalón de su puerta en aquellas tardes interminables también porque nuestra única obligación era jugar.

Una maestra, una calle "ruidosa" llena de niñ@s , porque entonces no pasaban coches y una abuelita  en ella  con pañuelo negro y larga falda  que, como el flautista de Hamelín, dejaba el lugar vacío de niñ@s y nos llevaba de excursión a "Las eras" que están por detrás del cuartel de la guardia civil y que era capaz de subir por delante de tod@s nosotr@s el empinado cerro que acababa en un pequeño parque con bancos y parterres "La Cava" y que Antonio Muñoz Molina hizo protagonista del paisaje en su novela Plenilunio.

No teníamos casi juguetes entonces,contados con los dedos de una mano pero éramos capaces de jugar con todo, con los botones de la caja que era como de la familia , incluso con una silla que al revés podía ser un coche o una nave espacial,con cromos de hadas o de actores de cine, con recortables que fueron los precursores de las Barbies, con una caja de cartón a la que le pusimos suelo en la segunda planta y escalera para alcanzarla ,siendo nuestra primera casita de muñecas o con un Palé hecho también de cartón que tenía nuestras calles, dinero, hoteles y nos hizo ricas o pobres en un instante .
 Los niños jugaban con futbolines  de puntas, pinzas y gomas o con coches de tablas y ruedas de níquel con las que se tiraban por las cuestas de las calles Narváez o Jurado Gómez  jugándose literalmente la vida...

Una calle que fue nuestra ludoteca y el lugar donde mi abuelo Juan con su garrota tomaba el fresco en la puerta mientras contemplaba nuestros juegos. Una calle que cerraba sus puertas cuando nuestras madres asomadas a cualquier ventana de la casa voceaban nuestros nombres.
Una niñez con dientes mellados,conchas en las rodillas,buenos olores de puchero, de viajes continuos a la tienda de Concha o de Pedro de Dios para comprar esto o aquello , con el cesto y veinte duros.

UNA INFANCIA ,SIN LUGAR A DUDAS, DE CINCO ESTRELLAS.

Me temo que después de esto vais a pensar que soy bien vieja, pero no, no hace tanto...






Unos años después, cuando el ventanuco ya no era de mi talla...; el día de  San Miguel con parte de los niñ@s que "poblaban" la calle.




Que te queremos ver de pequeña...que te queremos ver de pequeña...¡a ver quién me conoce!...

SOLUCIÓN: absolutamente ningun@ ha sabido quién era...tod@s han señalado a la más pequeña, que se incorporó a nuestros juegos bastante después. No habían leído el nuevo texto y siguieron buscando a la niña que pudiese esconderse en un sitio tan pequeño...


Como veo que ¡no hay forma! y me habéis vestido de gitana varias veces...¡una pista!, yo iba para modelo...ahora no.

2 comentarios:


  1. Toni Molina Medina: ¡Qué recuerdo Asun! nosotros también vivíamos en la calle Corazón de Jesús y jugábamos en la calle Narváez.
    A Lili me llevaba mi madre todos los días...¡madre mía! qué recuerdo...

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  2. Nany Moreno Fernández: Esto que has escrito es precioso, me he imaginado a mis tíos y madre jugando con calcetines cortos y rodillas desconchadas, a una Lili (que siempre me pareció mayor) joven y risueña dando clase tras una mesa con cajón, a la abuelita, Lola, María (la de las vacas) y un gran etc. barriendo puertas, haciendo pucheros y gritandoos por las ventanas. Me he trasladado a la calle con el nombre más perfecto del mundo envuelta en cantos de señoras que una vez fueron jóvenes, en risas y llantos de hombres y mujeres que una vez fueron niños, en ruidos de gritos de juegos, saludos de buenos días o con Dios y en mi propio recuerdo de jugar en esa calle en zapatillas notando como las piedras de la calzada se clavan en la suela, como las mujeres toman el fresco por la noche y las salamanquesas campan a sus anchas por las paredes de la casa de "la señora". Gracias por traer a mi mente todo esto en una mañana que ya has hecho que deje de ser vulgar. Un besazo

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